martes, 28 de enero de 2020

Correspondencia Real

Estimada Verónica,

Hoy me desperte con cierta melancolía en los labios que con gusto desecharía si pudiera encontrar un recipiente con la capacidad de contener emociones, sensaciones y sentimientos.

Y es que a veces un poco de inseguridad se filtra entre mis paredes celulares y termina anidada en mi corazón.

Pero no te preocupes, años de práctica me han permitido encontrar un método infalible para contrarestrar su efecto.

Aunque ultimamente ya no es mi método el que me cura,

Eres tu.

Por eso, a manera de agradecimiento, quiero dejarte una reflexión, algo que llevo largo tiempo pensando, un tema harto conocido dentro del entorno de mi sinapsis cerebral, y que ahora, en horas laborales como reza la constitución, quiero compartir contigo.

...

Mi nombre, a excepción del de muchos, duele.
Mi nombre, contrario a lo que representa, pesa.
Y es que aunque su carga no comprenda más que 7 símbolos,
Su herencia es una bendición confusa e implacable.

Mi nombre, ha sido pronunciado por siglos,
Pronunciado por súbditos y reyes,
Por caballeros y exclavos,
Por conquistadores y prisioneros,
Por ignorantes y eruditos.

Mi nombre ha sido pronunciado con júblilo y con desdén,
Pronunciado por la preocupación y la indiferencia,
Por la desesperación y la calma,
Por el miedo más arraigado y por la alegría más sincera.

Pronunciado en las llanuras, en las alturas, en las profundidades,
Pronunciado al viento, al sol y al cielo,
Pronunciado en vida, y exhalado en las puertas de la muerte.

Porque mi nombre no es mio,
Es de tantos, de muchos,
De pocos que lo merecen y de muchos idiotas que lo estropean, malgastan y despilfarran.

Porque mi nombre ha sido portado con orgullo pero también con vergüenza.
Porque mi nombre ha sido estandarte, ha sido espada y escudo.
Porque mi nombre ha sido acusado y también defendido.
Porque mi nombre ha dado pie a muchos comienzos, pero también a muchos finales.

Porque como ves, mi nombre carga una historia,

Larga si,

Pero historia que termina aqui,

Frente a ti.

Porque años de grandeza y de ruina,
Décadas de estrepitosos fracasos y rimbombantes éxitos,
Siglos de victorias y derrotas,
Terminan contigo... pronunciando mi nombre.

Porque todo el largo camino que mi nombre ha recorrido,
Todo el peso que cada sílaba imprimió,
En generaciones de desdichados y afortunados,
Solo son recompensados por tus labios llamándome a tu lado.

Porque el final de este tortuoso camino eres tu,
La razón que mi nombre buscó sin detenerse,
Y el final que mi existencia ha de cargar,
Luego de dejar mi nombre en otros brazos.

Porque ahora,
Mi nombre, a excepción del de muchos, no duele.
Mi nombre, contrario a lo que representa, ya no pesa.
Y es que aunque su carga no comprenda más que 7 símbolos,
Esos 7 símbolos ya no representan lo mismo, sin tu nombre a su lado.

Porque dejo mi nombre de lado para pensar en el tuyo,

Siendo alma del mío.

Porque ahora tu nombre hace tiempo dejo serlo,
Para ser ahora sinónimo de amor,
Y antónimo de soledad.

Siempre tuyo,
Alfonso