sábado, 2 de febrero de 2008

El humor en el rellano

“Cortázar se quejaba de la carencia de una literatura erótica en el ámbito latinoamericano. Con la misma razón hubiera podido quejarse de la ausencia de una literatura humorística. Los clásicos, por llamarlos de alguna manera, quiero decir los clásicos de nuestros países en desarrollo, sacrificaron el humor en aras de un romanticismo cursi y en aras de textos pedagógicos o, en algunos casos, de denuncia, que mal resisten el paso del tiempo y que si se mantienen es por un afán voluntarista de bibliófilo, no por el valor real, el peso real de esa literatura.”

Este fragmento de un texto de Roberto Bolaño es a mi parecer el que más nos ayuda a entender el logro de la obra de Pablo Palacio, porque, mientras en el Ecuador en los años 30 el realismo social era la estética oficial, indiscutible, y la única forma de hacer arte, Pablo Palacio deja de lado esas pretensiones y se centra en algo más novedoso. Así encuentra una forma de introducir el humor en la literatura, y, en el texto “Un hombre muerto a puntapiés” Nos dice: ¿Que de vergonzoso tendrían estas confesiones?: Mi mujer me traicionó con un hombre a quien trate de matar; pero él, más fuerte que yo, la emprendió a furiosos puntapiés contra mí. O en “El antropófago” Eso de ser antropófago es como ser fumador, o pederasta o sabio.

Pablo Palacio además de jugar con el tiempo mediante prolepsis, como en “Un hombre muerto a Puntapiés” también desarrolla personajes muy extraños por así decirlo, que están marcados por bromas muy sutiles y un humor fino y culto.

Los personajes de Pablo Palacio son sátiras de otros personajes, o más bien son los mismos personajes sin el velo de elegancia que los cubre. Porque si Sherlock Holmes necesitaba solo de una pipa y del llamado método inductivo, entonces un joven, que no estudio lógica por ocioso, puede descubrir porque se mató a golpes a un señor, el nombre, edad, situación económica, e inclusive nacionalidad, solo encendiendo su propia pipa, y dejando que la intuición le diga que exactamente pasó, aunque nosotros no lo entendamos y a la cuenta tampoco lo necesitemos. Otro personaje al cual despoja del misticismo está en el texto “Brujerías”. Ya que en el mito griego Dafne que no desea casarse nunca, le pide a su padre que la salve de la persecución de Apolo y es convertida en un árbol, por lo cual Apolo nombra al laurel como el árbol de la gloria, mientras que Palacio nos cuenta la parte que falta que es lo que le pasó a ese árbol después. Ese árbol quiere llorar, quiere, como todos los árboles, dar un paseo por el pueblo, estirar las piernas, limpiarse la nariz, sin embargo es estornudado diariamente por una vieja bruja y para rematar, le parte un rayo. Esos personajes entonces ya no son tan gloriosos, tan divinos, dejan de ser entes que se comen a su prole para que no les arrebaten el trono y el poder, como los habíamos visto, y se convierten en simples caníbales que se dedican a masticar a sus hijos por el mero placer que les produce.

El texto fue mancillado por: Carlos Barrionuevo S.