sábado, 28 de octubre de 2017

Título sin Entrada


Llegué a casa tiritando, no comí y a cambio caí pesado sobre mi cama. Al rato me dormí.

Comparto un departamento con otros tres chicos, dos chicas españolas y un chico inglés.

El departamento es grande, tiene 4 habitaciones, tres baños, sala, comedor y un balcón.

Para llegar a 3 de las 4 habitaciones es necesario cruzar un pasillo. Un poco largo, un poco estrecho.

El pasillo es oscuro, sea de día, o sea de noche.

Mi habitación está en ese pasillo.

De todas las habitaciones, la mía es la única con vidrio labrado en su puerta.

Si bien el vidrio no es transparente, deja ver claramente siluetas, distinguir ciertos colores, pero sobre todo, deja pasar la luz.

Luz que a pesar de mi total cansancio me despertó a eso de las 3 y 23 de la madrugada.

Enojado, me disponía a salir y apagarla en el acto, pero mi cuerpo estaba más cansado que mi cerebro y simplemente no respondía.

Mis ojos observaban el vidrio fijamente, esperando que por algún milagro la persona que haya encendido la luz, regrese a apagarla.

Y es que, si bien no son malas personas, a veces mis compañeros de piso pueden ser bastante desconsiderados.

Pero no podía soportar más el encandilamiento que me provocaba la luz del pasillo.

Cerré mis ojos...

Los abrí enseguida.

Un ruido, afuera, en el pasillo.

Eran pasos.

"Por fin van a apagar la luz", pensé aliviado.

Error...

Una silueta, alta y gruesa se posó afuera de mi puerta.

Giró hacia mi, como si me viera a través del vidrio, y se quedó ahí. Inmóvil.

Mi corazón latió descontrolado.

Mi respiración se agitó.

Pero mi cuerpo seguía sin responder.

Pasaron algunos minutos. Eternos.

Sabía, estaba seguro de que esa silueta no era de ninguno de mis compañeros.

Sin embargo, seguía quieto. Aterrorizado.

Mientras la silueta seguía en mi puerta, quieta. Inmóvil.

Al cabo de un par de minutos, la silueta giró de pronto, apuntando hacia el pasillo.

Y avanzó...

Cruzó el vidrio de mi puerta.

Y segundos después, la luz se apagó.

Inquietado por tan extraña escena me dispuse a levantarme y salir.

Buscaba una excusa. Salir al baño, a comer algo.

Solo debía asegurarme de que aquella figura afuera de mi puerta era solo una invención mía.

Una consecuencia de mi cansancio, o del estrés de mis estudios.

Pero mientras mi mente buscaba una excusa, cada vez en lugares más inhóspitos de mi cerebro.

Me dormí...

Desperté a la mañana siguiente. Relajado, bien descansado, y hasta feliz.

El sol brillaba por mi ventana y el aire se antojaba dulce.

Un buen día me esperaba.

Tomé una toalla, y lo poco de ropa limpia que me quedaba y me dispuse a salir al baño.

"Una ducha y estaré listo para lo que sea" Me dije.

Abrí mi puerta, y apenas dar un paso hacia afuera.

Mi mañana, mi día, mi vida se arruinaron por completo.

Una estela de sangre cruzaba totalmente el pasillo.

Había sangre en las paredes, en los muebles.

Mi cuerpo se congeló por completo. Mi mente le buscaba explicaciones a todo el evento, pero sin éxito.

De repente, y guiado por el miedo y el morbo más puros, caminé hacia los dormitorios de mis compañeros.

La manchas de sangre eran más grandes conforme avanzaba.

La sangre era más espesa, y su color más intenso.

Había llegado a los cuartos. Pero ya de pronto, quería irme, huir, correr, gritar.

Quería morir...

Dos horas después, la policía terminaba los interrogatorios iniciales a cada vecino del edificio, acordonaba la cuadra y realizaba la limpieza de la escena del crimen.

Yo estaba sentado en una patrulla, ya cansado de llorar.

Cansado de tener miedo.

Los agentes que se encargaban de custodiarme, no paraban de hablar del tema.

"Pero es que imagínate, tres asesinatos en una sola noche. Y degollándolos a todos"

"Dicen que uso solo un cuchillo de cocina, y que a uno de los tres chicos, el que más pelea le dio, le cortó las manos, la lengua, y al final la cabeza"

"El jefe me dijo que encontraron el cuero cabelludo de una de las chicas bajo la cama, y que a la otra la ató a una silla para que viera todo"

"Si, el jefe me dijo lo mismo, que la dejó ahí viendo todo y que al final le cortó los párpados"

"Todo eso, mientras el chico, el inglés, moría lentamente, atragantándose con su propia lengua"

"Hay tanta sangre que hasta ahora van tres patrullas de refuerzos, pero sólo para limpiar"

Y los agentes tampoco paraban de hablar de mi.

"Pobre chico, imagínate el trauma."

"Si yo fuera él, me iría del país enseguida."

"Yo en su lugar iría a un hospital psiquiátrico, porque estando así, uno no puede ni trabajar"

"Un compañero me dijo que el chico no es de acá, que vino de otro país a estudiar"

"Entonces que se regrese a su país! Al parecer este chico es todo un amuleto de mala suerte, que se vaya para su casa!"

"Y que pasó con el asesino?"

"Es el mismo de la masacre de hace seis meses?"

"Si, es el mismo."

"Dicen que desapareció, de nuevo. Que se hizo humo"

Seguí absorto en mis pensamientos, enojado por tanto chismorreo por parte de los policías, buscando algún recuerdo que me reconforte así sea un poco.

Hasta que las últimas palabras de aquel policía me hicieron aterrizar con violencia...

A que se refería con "de nuevo".

Seguí escuchando.

"Yo del chico en realidad no sabría que hacer. Y es que, a pesar de todo el operativo y la investigación y de que inclusive tenemos un perfil psicológico del homicida..."

"No sabemos como se ve."

"Nunca deja cabos sueltos."

Y cuando ya quise dejar de escuchar. Fue demasiado tarde.

"Eso quiere decir que el chico no está a salvo, es un testigo..."

"Exacto, no estoy seguro de que podamos cuidarlo... Porque como te dije, a pesar de que siempre estamos cerca, el asesino..."

"Sigue prófugo..."

En ese momento entendí, que la noche de ayer, en la puerta de mi habitación.

Lo que vi no fue una silueta.

Lo que vi fue la muerte.

Mi propia muerte...







Mi propio instante...

Sabes tú cómo adoro los viajes en autobús?... No?
Y es que adoro la sensación de libertad que me produce el simple hecho de no tener que conducir...
Pero sin ser trivial, adoro aún más, tener todo el tiempo del mundo para pensar... Sin miedo, sin ser sujeto de burla, sin desentonar, sin ser impopular, sin ser anormal...

Poder pensar... En ti, en mi, en nuestras vidas... En las vidas de muchos, de pocos, de algunos, de todos... En la eternidad... La eternidad contigo, y a veces, la eternidad sin ti...
Poder visualizar pequeñas escenas, casi imperceptibles... Alucinar... Observar rostros de gente que no conoceré jamás... Escuchar sus voces... Apoderarme de sus historias... Sonreír... Coincidir...

Sabes tú, cómo adoro los viajes en autobús?...
Los adoro tanto... Que dentro de este autobús carcelario... Y aún sabiendo que su última parada coincidirá con mi pena capital... Soy feliz... Sin arrepentirme de nada... Ni de tu muerte... Ni de la mía... Porque al fin, ya sin ti... Puedo vivir, este... Mi propio instante...